domingo, 4 de abril de 2010

¡Te receto heroína!

No es una consulta médica cualquiera. Los pacientes reciben una prescripción de la sustancia a la que son adictos. Algunos siguen esta terapia desde hace siete años. A pesar de sus efectos positivos, esta opción sólo está disponible en Granada

La adicción a la heroína vivió su peor época en los años 80, pero está lejos de desaparecer. Se calcula que en la actualidad hay unos 80.000 consumidores (por vía fumada o inyectada) en España. Más de 16 millones de habitantes del planeta se siguen pinchando. Dejar atrás esta sustancia tras 20 o 30 años de consumo no suele ser un cuento de hadas. La historia que les vamos a contar, tampoco. Trata de personas que ni siquiera han conseguido dejar la droga.

Son los participantes del Programa Andaluz de Prescripción de Estupefacientes (PEPSA): un grupo de toxicómanos que se han convertido en enfermos crónicos. El médico no les receta insulina, antibióticos o anticoagulantes, sino heroína. Este cambio les ha abierto la puerta a una vida muy parecida a la del resto de los mortales.

En agosto de 2003 comenzó en Granada el primer ensayo clínico en España de administración de diacetilmorfina (el principio activo de la heroína) a heroinómanos. La polémica que rodeó al experimento nunca se ha apagado del todo. Sus detractores se oponían a la barra libre de una sustancia ilícita. Alegaban que es inconcebible aspirar a otra cosa que no sea la desintoxicación y que ya existen otras terapias de reemplazo con opioides que se ajustan a la ley.

Pero los 62 individuos enganchados al caballo que participaron en esta experiencia pionera ya habían probado sin éxito la metadona en al menos dos ocasiones y el único futuro que les esperaba era buscar cada día el modo más rápido de conseguir el dinero suficiente para acudir al polígono a pincharse. El primer beneficio que obtuvieron fue romper con esa rutina y empezar a pensar en cosas más cotidianas, como encontrar trabajo. Al cabo de tres meses ya habían cogido unos cuantos kilos y su imagen de drogadictos escuálidos comenzó a desvanecerse.

Siete años más tarde, el balance de la experiencia sigue siendo positivo. Sin embargo, el programa no se ha extendido a otras regiones de España y no hay indicios de que vaya a hacerlo. La carga ética y legal asociada a la heroína sigue siendo muy intensa.

Miguel Martín, de 47 años, es un superviviente de los años negros de la heroína, droga que consume desde que tenía 18. «Fui un chico que, por problemas familiares, se perdió la adolescencia», relata. «Era el mayor de 10 hermanos y me tuve que ocupar de ellos. Cuando regresé de la mili, me vi un poco más libre. Era como si me quisiera comer el mundo. Y caí en la heroína», rememora.

Muchos años después, un amigo toxicómano le comentó la posibilidad de participar en un ensayo clínico en su ciudad, Granada. Se mostró «incrédulo, pero como lo tenía todo perdido...». Así fue como entró en el PEPSA. No obstante, no empezó con buen pie: «Me tocó tomar metadona». Este opioide no le ayudó a controlar su adicción.

El estudio consistió en comparar dos terapias distintas, que se asignaron de forma aleatoria a los participantes. Estos tuvieron que acudir diariamente durante nueve meses a las instalaciones habilitadas en el Hospital Virgen de las Nieves. A la mitad se les administró metadona oral y, al resto, diacetilmorfina. Esta sustancia se importa de Escocia como medicamento en polvo. El servicio de farmacia del centro granadino lo transforma para poder suministrarlo por vía intravenosa.

Transcurrido el periodo de análisis, se evaluó a los pacientes y se observó que las condiciones de salud, la situación social y el número y magnitud de actos delictivos eran claramente más favorables en quienes habían tomado heroína como medicamento. No obstante, quienes consumieron metadona también mejoraron de forma significativa.

En vista de los buenos resultados, se solicitó el permiso de la Agencia Española del Medicamento para prescribir la diacetilmorfina como fármaco de uso compasivo a aquellas personas que desearan seguir con la terapia, así como a quienes no hubiesen obtenido efectos positivos con la metadona. Miguel fue uno de los que se pasó al bando de la heroína sin pensárselo dos veces. Con el tiempo, los responsables del programa han logrado que también se beneficien algunos adictos que no participaron en el ensayo.

El PEPSA fue una iniciativa de la Junta de Andalucía. Joan Carles March, investigador principal del estudio y profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, considera que el tratamiento ha cubierto las expectativas. «Hay que tener en cuenta que eran personas con una situación física muy deteriorada. El 97% tenía VIH o hepatitis C y siete de cada 10, enfermedades psiquiátricas. La mayor parte vivía en condiciones precarias, el 50% tenía problemas legales y uno de cada cuatro no tenía hogar. El tiempo medio de adicción era de 19 años», apunta el científico. Todos habían fracasado en intentos previos de tratamiento.

En torno a ocho de cada 10 toxicómanos tratados con heroína mejoraron en los diferentes aspectos estudiados. En lo que se refiere a la infección por VIH y la hepatitis C, el beneficio se tradujo en un mayor cumplimiento del tratamiento. «Pasaron de no visitar prácticamente los servicios sanitarios porque se sentían marcados a tomar su medicación antirretroviral y para la hepatitis», asevera March. Y añade otro cambio: «Han disminuido de forma muy importante, en más del 25%, las conductas de riesgo, como compartir jeringuillas o tener relaciones sexuales sin protección».

Algunos participantes han logrado hacerse un hueco en la sociedad. De hecho, algunos han conseguido que sus compañeros de trabajo no sepan nada de su dependencia de la heroína. Para ello ha sido crucial la mejora de su imagen; principalmente, de su dentadura, devastada por la droga. La Asociación de Usuarios de Heroína, presidida por Miguel, peleó para conseguir la financiación necesaria para los puentes, coronas e implantes que les han proporcionado una nueva sonrisa.

Miguel no tiene miedo a aparecer a cara descubierta porque considera que no tiene nada que ocultar. Ha rehecho su vida y encabeza la organización que agrupa a los pacientes del PEPSA y defiende sus intereses comunes.

«Desde hace seis años estoy en uso compasivo de heroína», cuenta. Ha tenido diversos trabajos, los que se puede permitir una persona sin estudios. Actualmente se ocupa de su madre, de 77 años y enferma. «Soy cuidador de geriatría. Ese es mi trabajo», comenta. Limpiar la casa, hacer la compra, preparar la comida, atender a su progenitora... Sin olvidarse de acudir al centro en el que le inyectan su dosis de diacetilmorfina dos veces al día, por la mañana y por la tarde. Aunque esto podría cambiar. Miguel tuvo que recurrir a la metadona durante varios días el pasado verano porque se fue de vacaciones y no podía acudir al centro de tratamiento. La experiencia fue tan positiva que, cuando regresó, pidió a los profesionales que le tratan que redujesen a prácticamente la mitad la dosis de heroína que le administran. «Pretendo ir a menos y en mis planes cabe dejarlo», afirma.

Son muy pocos los que han abandonado la sustancia definitivamente. Sin embargo, la cantidad que consumen ya no les coloca.

Como argumenta Manolo Romero, educador del PEPSA, «hay un grupo de personas que van a inyectarse siempre. El objetivo oficial del programa no era que lo dejasen, sino reducir el daño asociado al consumo de la droga».

SIETE AÑOS DE TERAPIA

Unos vienen, otros se van

La heroína se ha convertido en un tratamiento más en Suiza y Holanda. En Reino Unido, los médicos pueden recetarla, pero son muy pocos los que lo hacen. En Alemania y Canadá se han hecho ensayos con resultados positivos pero, al igual que en España, sólo se admite su uso en investigación o como terapia compasiva.

En Granada continúan en tratamiento con diacetilmorfina 19 pacientes. La mayoría proceden del estudio PEPSA y cuatro se han incorporado posteriormente. Algunos de los que han dejado de acudir al centro han abandonado las drogas y otros se han mudado a otra localidad sin dar cuenta de su estatus adictivo. Se han producido, al menos, tres muertes desde 2003.


1 comentario:

  1. En los EE.UU muy Dificil que lo Aprueben ya que hay estados que viven del crimen.el caso de Colorado que es el que mas Carceles tienen y asi es que su estado Vive.

    Otra cosa es que si Baja la criminalidad como bajo en Zuiza que ya han cerrado 10 Carceles por Falta de crimen

    Donde se pondrian los Miles de policias y otras personas que se queden si trabajos?

    Prefieren ver crimen que areglarlo

    La Doble Moral de los cristianos en ee.uu

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