miércoles, 14 de octubre de 2009

La ruta del alcohol en el cuerpo humano


Las bebidas alcohólicas son una importante fuente de energía: 3 litros de cerveza contienen 500 kilocalorías y 1/2 litro de whisky 1.650 kcal. Los requerimientos diarios de energía de un hombre moderamente activo son 3.000 kcal. y en una mujer de 2.200 kcal.
¿Que es lo que hace el alcohol en nuestro organismo?


¿Cómo y dónde se absorbe el alcohol ingerido?

La velocidad con la que se absorbe el alcohol en el organismo depende de varios factores. La absorción es más rápida cuando el estómago está vacío, y la concentración en alcohol de la bebida varía entre el 20% y el 30%; por esta razón, el sherry, con una concentración aproximada de alcohol del 20% , aumenta los niveles de alcohol en la sangre más rápidamente que la cerveza (concentración entre el 3 y 8%), mientras que los licores (concentraciones del 40%) retrasan el vaciamiento del estómago e inhiben la absorción del alcohol. Las bebidas gaseosas -como el whisky asociado a la soda y el champán- se difunden por el cuerpo con mayor rapidez.

Los alimentos, en especial los hidratos de carbono, retrasan la absorción del alcohol; con el estómago lleno, las concentraciones de alcohol en sangre pueden no alcanzar 1/4 de los valores conseguidos con el estómago vacío. Los efectos placenteros del alcohol se consiguen mejor cuando se bebe durante una comida o cuando el alcohol se ingiere diluido.

El alcohol se distribuye en el agua corporal, por lo que la mayoría de los tejidos del organismo -el cerebro, el corazón y los músculos- tienen la misma concentración de alcohol que la sangre. La excepción es el hígado, con una mayor exposición a los efectos del alcohol, debido a que lo recibe directamente del estómago y el intestino delgado, a través de la vena porta. En cambio, en el tejido adiposo penetra muy poco alcohol debido a su escasa solubilidad en la grasa.

Las concentraciones de alcohol en la sangre y en los tejidos son más elevadas en la mujer, ya que tienen más grasa subcutánea (que no retiene alcohol) y un volumen sanguíneo menor que los hombres, aún cuando la cantidad de alcohol consumido sea ajustada al peso corporal.

Metabolismo del alcohol

El primer paso en el metabolismo del alcohol es su transformación -mediante su oxidación, inducida en el estómago por la enzima alcohol deshidrogenasa- en acetaldehído, en presencia de otras sustancias, conocidas como cofactores. Las mujeres suelen tener en el estómago niveles más bajos de alcohol deshidrogenasa que los hombres.

El acetaldehido es una sustancia tóxica, de gran capacidad reactiva, que en las personas sanas es oxidada rápidamente para transformarse a nivel del hígado -mediante la enzima aldehido deshidrogenasa- en una sustancia inocua, el acetato. Bajo circunstancias normales, el acetato es oxidado en el hígado y en los tejidos periféricos, y eliminado como dióxido de carbono y agua.

Existen varias isoenzimas de la aldehido deshidrogenasa, una de las cuales falta, por mutación genética, en el 50% de los japoneses, y posiblemente en otros pueblos del sur de Asia (aunque raras veces en la raza blanca). Cuando los individuos a los que falta esta isoenzima de la aldehido deshidrogenasa consumen bebidas alcohólicas, sufren síntomas muy desagradables como dolor de cabeza, náuseas, enrojecimiento facial y taquicardia; estos efectos son debidos probablemente a la aumuculación de acetaldehido en la sangre.

Cuando se bebe alcohol con el estómago vacío, su concentración en la sangre alcanza su pico máximo aproximadamente a la hora de la ingestión, dependiendo de la cantidad bebida; esta concentración va disminuyendo paulatinamente, de una forma lineal, en las siguientes 4 horas. El alcohol va desapareciendo de la sangre a un ritmo de 15 miligramos/hora, variable según los individuos y la cantidad de alcohol ingerido. Más de 90% del alcohol ingerido es eliminado a través del hígado, mientras que tan sólo entre un 2% y un 5% es excretado como alcohol por la orina, el sudor y la respiración.

Al llegar a una concentración de 20 mg, la curva de alcohol en sangre se aplana, aunque concentraciones de alcohol puedan ser detectadas varias horas después de haber bebido 3 whiskies dobles en individuos sanos. Concentraciones en sangre de alcohol suficientes para interferir las funciones orgánicas normales pueden encontrarse a la mañana siguiente de una noche de consumo excesivo de bebidas alcohólicas.

La concentración de alcohol en la sangre varía de acuerdo con el sexo, el tamaño y la estructura del cuerpo, la fase del ciclo menstrual (es más elevada en la fase premenstrual y durante la ovulación), la previa exposición al alcohol, el tipo de bebida alcohólica, si el alcohol es ingerido con alimentos o fármacos como la cimetidina (que inhibe la deshidrogenasa gástrica) y los antihistamínicos, las fenotiazidas y la metoclopramida (que incrementan el vaciamiento del estómago, por lo que aumentan la absorción a nivel del intestino delgado).

Efectos del alcohol sobre la conducta

El alcohol ejerce una acción sedante y moderamente anestésica. Se cree que activa centros cerebrales del placer y de la recompensa mediante la liberación de neurotansmisores tales como la dopamina y la serotonina: la consecuencia es una sensación de bienestar, relajación, desinhibición y euforia. Estos sentimientos se acompañan de otros cambios fisiológicos tales como enrojecimiento, sudoración, taquicardia e incremento de la presión arterial. El riñón filtra más orina, no sólo debido a que el aporte de liquido es mayor, sino al efecto osmótico del alcohol y la inhibición de la secreción de la hormona antidiurética.

Si se aumenta más la ingestión de alcohol se produce un estado de intoxicación, en función de la cantidad consumida y de la previa experiencia del bebedor. A una concentración de alcohol en sangre de 80 mg -el límite legal para conducir en el Reino Unido- el riesgo de un accidente de tráfico se dobla, y a concentraciones de 160 mg se incrementa más de 10 veces. A concentraciones en sangre por encima de los 100 mg, el individuo se transforma en charlatán, fanfarrón y agresivo, y puede dejar de beber cuando le sobreviene un estado de somnolencia. Los efectos consiguientes a la borrachera incluyen insomnio, nicturia, cansancio, náuseas y cefaleas. Si continúa bebiendo, las concentraciones de alcohol en sangre alrededor de 200 mg provocan inestabilidad al caminar, pronunciación espesa y tartajosa y pérdida de conciencia. Concentraciones por encima de los 400 mg pueden provocar complicaciones fatales como fibrilación ventricular, fallo respiratorio e inhalación del vómito.


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