martes, 8 de diciembre de 2009

El porro triunfa en el Este

Los jóvenes checos se convierten en los primeros consumidores de cannabis de Europa.

Praga es una ciudad mágica, dicen las guías turísticas. Los teatros, cafeterías y restaurantes de la Plaza Wenceslao, el corazón de la parte moderna de Praga, los monumentos cargados de historia y las mansiones del casco antiguo, los mercadillos y los tranvías convierten a la capital de Chequia en una ciudad de ensueño. Es una urbe europea de 1.300.000 habitantes, próspera y moderna. Todo parece perfecto, pero la capital de Chequia -y, en general, todo el país- tiene graves problemas sociales.

El consumo de drogas es uno de ellos. Praga cuenta con unos 32.000 toxicómanos. Jan, que prefiere ocultar su apellido, tiene 20 años y es universitario. Ha dado cita a este periodista delante del Grand Hotel Europa de la Plaza Wenceslao. El país acaba de celebrar el 20 aniversario de la caída del comunismo. Jan cuenta que los adolescentes y jóvenes checos consumen muchas drogas y beben por los codos. «Lo hacen para olvidarse de sus problemas, pero también para divertirse y pasárselo bien», dice Jan. Divertirse fumando porros y bebiendo cerveza es lo que hace un grupo de jóvenes que se encuentra cerca del Grand Hotel Europa. Los chavales, ajenos a lo que ocurre a su alrededor, dan grandes caladas a sus cigarrillos de marihuana.

Chequia -y Praga, en particular- y otros países ex comunistas están desplazando a Europa occidental en cuanto a consumo de drogas. Los adolescentes checos de 16 años son los que más drogas consumen en Europa, sobre todo marihuana, hachís, heroína y pervitín o 'checo' -una metanfetamina que agiganta la autoestima, muy popular en este país-, según la última Encuesta de la Escuela Europea de Proyectos sobre Alcohol y Otras Drogas (ESPAD).

Casi el 50% de los adolescentes checos reconoce haber probado algún estupefaciente. Mientras que el consumo de drogas entre los adolescentes ha disminuido en Europa, en Chequia y Eslovaquia ha aumentado. Los jóvenes checos entre 16 y 24 años son también los que más cannabis y éxtasis consumen. Chequia es el mayor productor del mundo de pervitín, que tiene enganchadas a más de 20.000 personas en todo el país. Aunque, según el director de la Oficina Nacional Antidrogas, Jakub Frydrych, la Policía desmanteló en el 2008 más de 400 laboratorios de droga, la asociación de ayuda a los toxicómanos Drop advierte que queda mucho por hacer en este dominio y el Estado está lejos de ganar la batalla a los narcotraficantes.

Países estratégicos

La legislación checa permite desde el año pasado la tenencia de hasta tres plantas de marihuana en casa, lo que para los defensores de la legalización de esta droga blanda es «paradójico», porque cosecharla sigue siendo ilegal. Evzen Kloucek, de la asociación Drop, no oculta, sin embargo, su preocupación por la total legalización de la marihuana, porque, a su juicio, tendría «repercusiones negativas» en el ámbito social y sanitario.

Eslovaquia es, junto con Chequia, Bulgaria y Rumanía, en Europa del Este, y España, el Reino Unido y Holanda, en el Oeste, «un santuario» para las organizaciones criminales y los expertos consideran que es una de las razones que explican el alto nivel de consumo de estupefacientes entre la juventud eslovaca. En Hungría, existe un fuerte rechazo social entre una parte de la juventud a la legislación antidrogas. Según un informe de la Unión de Libertades Civiles de Hungría (ULCH), el 80% de los jóvenes entre 16 y 30 años han consumido cannabis, al menos, una vez. El Observatorio Europeo de Drogas señala que el país magiar es también un lugar estratégico para el tráfico y consumo de estupefacientes.

En Polonia, las leyes que reprimen la tenencia y consumo de estupefacientes son más duras que en otros países de la zona, pero no han conseguido su disminución, y son cada vez más las voces que reclaman la despenalización de las drogas blandas. Como ocurre en otros países ex comunistas, según señala la investigadora polaca Kasia Malinowska-Semprunch, los toxicómanos están condenados a «la clandestinidad, la penalización y la cárcel, lo que contribuye a agravar la crisis de la sanidad pública».

Corrupción y crimen

En Rumanía, donde el binomio corrupción y crimen organizado está presente en la vida diaria de los ciudadanos, la organización 'Salvati Copiii' estima que el 10% de los estudiantes de enseñanza media consumen drogas habitualmente. Mientras, el Estado rumano se ha comprometido con la UE para combatir a las redes de narcotraficantes, no descarta la despenalización del consumo de algunos estupefacientes, y las ONG han lanzado varias campañas de información sobre el uso de las drogas. Para Pavel Abraham, presidente de la Asociación Nacional Antidroga, «ahí donde las drogas se instalan, ni el individuo, ni la familia, ni la sociedad están seguros». En Bulgaria la posesión de estupefacientes está castigada hasta con 15 años de prisión; aun así, el consumo de heroína ha aumentado considerablemente en los últimos años.

Bulgaria es uno de los principales países de paso y producción de estupefacientes, sobre todo de heroína, marihuana, cocaína y drogas de diseño. Las organizaciones criminales búlgaras, que tienen en el negocio de las drogas a una de sus principales actividades, están estrechamente relacionadas con las mafias rusa, croata, serbia, macedonia y la Cosa Nostra italiana.


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